Ya casi arranca el nuevo ciclo escolar con una vorágine de actividades que papás y mamás realizan apresurados antes de que inicien las clases. Pero tal vez lo que más debería tener ocupados a los padres de familia es preguntarse si sus hijos o hijas están realmente aprendiendo en esa escuela en donde están. Si este nuevo ciclo escolar traerá algo diferente a lo que sus hijos han venido haciendo antes. Si las fallas que hubo tendrán soluciones reales o si simplemente las seguiremos arrastrando un año más. Sin duda, la escuela “ideal o perfecta” es una utopía, no existe. Lo que si debiera existir y lo que los padres de familia deberían de buscar constantemente es una comunidad escolar en donde exista un clima emocional que propicie la capacidad de aprendizaje de cada uno de sus estudiantes.
En gran parte de América Latina la educación no ha considerado al desarrollo humano como parte fundamental de su misión. Sin desarrollo humano, no hay evolución social. Para lograrlo debemos incorporar a la educación emocional, no como una asignatura, sino como un trabajo transversal que pueda incorporar todo el desarrollo socioemocional que no hemos tomado en cuenta por muchos años. El cambio de paradigma está en que la disposición emocional de los estudiantes es la que determina su capacidad de aprendizaje. No es un asunto de capacidad puramente intelectual, o de cantidad o calidad de recursos. Es un asunto de que los maestros logren crear un clima emocional que propicie la máxima capacidad de aprendizaje de cada uno de sus estudiantes. El desarrollo integral de un niño implica el aprendizaje socioemocional.
Un niño o niña que se dispone emocionalmente, en donde el maestro o maestra despierta su atención, su curiosidad, está generando una experiencia de aprendizaje mucho más potente que cualquier truco que podamos imaginarnos. ¿Te has preguntado cómo es el clima emocional de la escuela de tus hijos? ¿Cómo esperamos que los niños aprendan si en muchas ocasiones el clima emocional de sus salones de clase está invadido de miedos, de violencia verbal, emocional y muchas veces física? ¿Cuántos casos de bullying o cyberbullyng han escuchado? Detrás de cada dato, de cada comportamiento disruptivo, hay una carencia de formación socioemocional. Por eso si queremos que nuestros niños de verdad aprendan en la escuela, debemos aspirar a tener comunidades escolares en donde se trabajen todas las dimensiones de la educación emocional. El bienestar docente, en la relación de vínculos que generan a través de clima sano entre el director de una escuela, el sostenedor, los equipos de gestión, pero también de la relación docente- estudiante, alumno-docente y de los climas emocionales que se generan dentro de un salón de clases. Solo así podremos contestar afirmativamente a la pregunta: ¿Están aprendiendo en la escuela?